jueves, 16 de abril de 2009

La Muerte

Capítulo primero:

Tenía aproximadamente 6 años cuando supe -o más bien cuando me dí cuenta- que iba a morir. Recuerdo un par de frases “¿Sabes porque los bebes lloran al nacer?... Es porque saben que van a morir” esta frase es por supuesto solo un dicho popular, lo importante es lo que intenta señalar. O esta otra “Uno deja de ser niño cuando sabe que va a morir” no estoy seguro de la literalidad de esta segunda frase pero sí recuerdo donde la oí -fue en una película- pero otra vez lo importante es la idea que hay detrás. 'Saber' -si se puede aislar el intenso significado de esta la palabra-, saber que morir es inevitable -y que la incertidumbre de la muerte es un estado permanente- tiene un peso tan absoluto que puede resultar difícil de sobrellevar, particularmente para un niño. Aunque personalmente término siendo, en mí, una condición para poder estar vivo.



Pero la originalidad de mis pensamientos infantiles nunca fue total. Ya sea morir, como ese instante en que termina lo que llamamos vida, o la muerte, como aquel estado permanente que precede a ese instante, estas son situaciones mencionadas y elaboradas por “los hombres” desde antes que los mismos fueran capaces de adjudicarse tal título.

Y aunque hay algunas versiones que son más optimistas -pese a que no se trate de un optimismo que me pudiera hacer sentir orgulloso- en las que se propone vida más allá de la vida, o el retorno reencarnado a esta misma vida. Para mí -de forma muy espontánea- estas no resultaron muy convincentes.

Recuerdo lo que era antes de nacer… simplemente no existía, y no existía porque no estaba vivo. Y me resultó así obvio lo que voy a ser después de morir: nada, simplemente no voy a existir porque no voy a estar vivo. Honestamente el peso de mis propias conclusiones resultó en principio tan inevitable como insoportable -pero desde eso ya ha pasado bastante tiempo-.

¿Por qué deberíamos tener más que nuestra propia vida? Por favor… ¿Por qué no va a ser suficiente? El valor de la propia vida se juega aquí, ahora, en cada instante del estar vivo; y esta es una responsabilidad que hay que saber ejercer. Quien no es capaz de tomarlo en esta vida ¿Para que quiere otra vida? -¿Para esperar una tercera oportunidad?-. El valor de la vida se toma viviendo, no antes, no después.

Rehuir a la muerte -concluí- es la forma usual de rehuir a la vida. Porque si se puede acusar a muchos de no querer morir, estos mismos son culpables de no querer vivir. Vida y muerte no son dos extremos contrapuestos, son una sola cosa erróneamente mencionada con dos nombres. Si se vuelven a unir -confío- se puede llegar a reconocer lo que es: que estamos ‘viviendo’, y que ésa es la base de nuestra única existencia. Una vida digna de ser vivida sin especulaciones sobre territorios que no le pertenecen -ni antes, ni después-. Saber morir resultó saber estar vivo.



Imágenes desde: (1) y (5) "El Principito" / (2) "El gesto de la muerte" / (3) "Ascensión" de Rembrandt / (4) Van Gogh.

2 comentarios:

  1. Estimado Javier, interesante temática, debo confesar que muchos cuestionamientos, supuestos e intrigas que mencionaste ya se habian cruzado con mis pensamiento.
    Un punto importante a considerar sobre la muerte es lo mucho que la gente se aferra a la "vida" que como tu bien dices creo yo, es un concepto que equivocamente ha sido separado de la "muerte", siendo visto como algo absolutamente opuesto. Quizas el miedo a la muerte no es más que un miedo a al nada, a lo desconocido, un miedo inmenso a la desaparición de esa identidad a la cual nos aferramos con tanta fuerza, un miedo que como tu bien dices a que todo simplemente se acabe en un momento determinado y no encontrar una vida "más alla", punto en el que juegan un papel fundamental los asuntos religiosos y la Fe que las personas tienen sobre estos.
    Considerando lo mencionado anteriormente nace en mi una duda ¿es acaso el hombre un tanatofico (miedo persistente a la muerte) prácticamente por naturaleza?, o es que acaso "la muerte" simplemente ha sido a utilizada través de la historia como un buen pretexto para alcanzar el poder, como lo fue durante amplios periodos de la historia dominados por fuerte Teocentrismo (que hoy no es poco), barnes alguna vez dijo sobre la religión cristiana "una bella mentira… una tragedia con un final feliz", hecho que ha logrado que esta ídea repose inconciemente en el actuar y pensar colectivo prácticamente como una esperanza tranquilizadora de vida o simplemente ya se ha instalado desde nuestros ansestros poco a poco en el Neo-Cortex, Quizas cuentas ídeas más podrian ser posibles.. quién sabe.

    Disculpame Javier, por la redaccion y el atrevimiento de dejar alguna de mis ídeas tan inclusas aún (algunas nacieron ahora mismo, pero me parecio interesante el tema. además de ser este un blog de un buen compañero-amigo,con el que siento la confianza suficiente para comentar lo expresado. Saludos, nos vemos pronto.

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  2. No tengo nada que disculpar, todo comentario honesto es bienvenido.
    El miedo a la muerte creo que muchas veces refleja algo que normalmente no es visible para muchos: una vida que desconocen, que no los realiza, insatisfacción. El hombre realizado, que se conoce a sí mismo, y que se realiza a lo largo de su vida, no debiera temer a su extinción. Tenerse a sí mismo es ‘tenerse vivo’, es la realización de la vida. Teme a la muerte quien en vida le ha temido a su vida. Ofrecer “algo” más allá de la vida, o mejor dicho más allá de la ‘vida-muerte’, puede eventualmente permitir que muchos renuncien a su propia ‘vida-muerte’, hombres incapaces de su propia realización que opten por una alternativa ya “estructurada” para lograr una recompensa que sea externa a lo único que ellos son: ‘vida-muerte’. El miedo a lo desconocido sí me parece universal, es el miedo de no saber qué hacer, el pánico de la inacción, verse arrojado en medio de posibilidades infinitas. Nadie llega a la ‘vida-muerte’ sabiendo que hacer, si se alimenta ese miedo a lo descocido por sobre la valoración de la oportunidad indeterminada de estar vivo [Nuestra vida nos es en gran medida desconocida cuando co-surgimos junto a ella, somos desconocidos para nosotros mismos. conocerla es conocernos, es realizar la vida] muchos correrán a buscar refugio en lugares que les garanticen “algo”, pequeñas certezas, aunque sea muy poco, aunque sea menor a su propia vida. Porque quien en realidad se juega su vida ha aceptado la oportunidad de perderla [No los culpo del todo, metáfora: Arrojados al mar, quien no se sujetaría a un flotador perdido. Pero ¿no sería mejor saber nadar? Dicen que todos los bebes saben nadar… ¿En qué momento lo olvidamos? Curioso].
    Gracias a ti Bastian.

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